El 14 de Noviembre de 1914, el mayor Dr. José Siurob, ordenó, que el conocido ciudadano don José Luis Magallón, fuese llevado a la estación de carga del Ferrocarril Central, formándole cuadro, para ser fusilado junto al joven M. Ramos, acusándolos de un complot contra su gobierno, pero todo resultó un simulacro para amedrentarlos y con fatales resultados, ya que el joven Ramos fue trasladado al Hospital Civil, “que por la impresión se volvió loco”, lo que al día siguiente fue desmentido, por su fuga.
Alternándose el control de la ciudad de Querétaro, salió Carranza y ante el regocijo popular llegó Villa, y dos días después de su arribo, un español de nombre Isidro Fernández, acudió hasta la estación del Ferrocarril Nacional, en donde se encontraba Villa, para reclamarle el robo de unas cabras por parte de la tropa, ante lo que el General Villa ordenó, que lo encerraran en un vagón del ganado, corriéndose la voz de que iba a ser fusilado, lo que quedó en un simple rumor.
En el mes de Noviembre de 1914, se dio una fuga de presos de la cárcel y el 9 de Diciembre de 1914 el alcaide de cárceles, Leandro Pacheco, fue fusilado por órdenes del General Pablo González al hacerlo responsable de la fuga, y el día 14 del mismo mes de Diciembre, entre las 5:00 y las 6:00 de la tarde, llegaron seiscientos hombres de la “División del Norte” a Querétaro y estando formados en el centro de la ciudad, en la esquina del “Banco de Querétaro”, hoy avenida Juárez, desde Madero a Hidalgo , y a un soldado se le fue un tiro, cuando pasaba un General por el lugar, y sin ningún miramiento el General sacó su pistola y le dio un tiro en el pecho, al improvisado soldado inexperto; el nombre de dicho General era Pablo C. Sáenez, el que días después, fue muerto en riña, en una casa de asignación en Celaya.
El día 16 de Febrero de 1915, los soldados villistas, regresaron una vez más a la ciudad de Querétaro y en las céntricas calles de la misma, dieron muerte a treinta y cuatro carransistas, a los que don Genaro Licastro refiere; que “fueron matados como perros” y ese mismo día se dio un hecho, en que un joven de nombre Enrique Suzán a bordo de una motocicleta, fue en busca de las fuerzas villistas, para enterarlos de los saqueos que realizaban los carransistas.
El día 18 de Febrero de 1915, a la una de la tarde, es fusilado frente al cuartel de la Alameda, el Teniente Coronel Quirino Robles, por imponerle préstamos forzosos al comerciante Donaciano Ugalde, patriarca de una conocida familia; sus hijos Luis y Fernando, continuaron los empeños de su padre y fueron fundadores de “Las Casas Mexicanas” comercializadores de telas y cobijas, en las calles de Juárez, cerca del “Teatro de la República”. Mediando unos cuantos pasos de este lugar, un español de nombre Baldomero Pérez, se convirtió en el aliado comercial de los carransistas, para el acaparamiento de granos y semillas, producto de robos y decomisos y como premio, le facilitaron la adquisición de los terrenos del ex convento del Carmen.
El día 8 de Marzo de 1915, se dan más fusilamientos, al ser ajusticiados los prisioneros yaquis, que sumaban más de veinticinco y que fueron trasladados al Panteón de San Sebastián, a donde llegaron por su propio pie, “para evitar trabajos” y una vez muertos, los sepultaron en fosa común. Y seguirían los fusilamientos, como un instrumento intimidatorio, a pesar de que unos días antes, se dio un lamentable acontecimiento, en el que un oficial borracho trató de abusar de una mujer en “El Pueblito”, y los habitantes indignados, lo golpearon, teniendo que intervenir la autoridad militar para rescatarlo y aprehender a cuanto ciudadano encontraron, incluidos los que iban llegando en el tranvía.
Unos días después de lo acontecido en El Pueblito, la autoridad había depurado, liberando a los implicados en el acontecimiento, quedando solamente dos, el ofendido y otro pariente de él, que solidariamente se reveló contra la injusticia y los dos serían fusilados a las seis de la tarde en el Cuartel de la Alameda y unos minutos antes de la ejecución y estando ya formado el cuadro, se suspendió el fusilamiento sin conocerse el motivo.
Mientras tanto, llegó el jueves Santo, fecha que los queretanos guardaban celosa y religiosamente y que el Dr. Siurob, con otra manera de pensar, conmemoró con una soberana borrachera, en un festejo realizado en el Hotel Internacional (Juárez y Madero). Salió a caballo, y pistola en mano gritaba “salgan mochos queretanos, los quiero ver” disparando al aire, y al día siguiente, su rencor hizo blanco en un muy conocido y respetado queretano, don Francisco Urquiza, a quien mandó darle cintarazos en público a las afueras del Hotel Jardín (esquina de Juárez y 16 de Septiembre).
El día 8 de Abril de 1915, se realizó un concierto en el “Teatro Iturbide” (hoy de la República) y el hermano del Dr. Siurob, “que era un músico regular”, se presentó ante muy escasa concurrencia, lo que enardeció al Gobernador Siurob, que utilizó la tribuna para tupir de insultos a los queretanos. Recordemos, que él había ordenado la quema de los confesionarios unos meses antes, despertando un gran resentimiento ante la impotencia del pueblo, que todo se lo dejaba a la “justicia divina”, estando también muy presente, la profanación del Templo de la Congregación por las “soldaderas”, las que ya habían pagado con su vida el sacrilegio, al volcar en Tula el tren en el que viajaban, al igual que el militar Tomás Ramos, ladrón de los vasos sagrados, que fue muerto en un combate en Pachuca.
Los escándalos seguían, el 16 de Abril de 1915, los vecinos se quejaban de los atropellos del Gobernador Siurob, que nuevamente en estado de ebriedad y acompañado de los Generales Novoa y Ulloa, después de una noche de farra, habían querido abrir a balazos una casa de asignación por el rumbo de la Alameda, y que habían realizado un baile con las “soldaderas” en el Templo de la Congregación, sin descontar que Siurob estaba viviendo en la “Casa Mota”, frente al Templo de Santa Clara, en compañía de una dama ampliamente conocida en la ciudad y de no muy buena fama.
Repudiado por toda la ciudad, Siurob causó muchas molestias entre la población de Querétaro; saqueando, robando, imponiendo prestamos forzosos y atacando las costumbres y a la religiosidad del pueblo; incluso, ordenando que todo el pan elaborado diariamente, fuese confiscado para mandarlo a las tropas de Celaya. Con el paso de los años y sin desconocer que el Dr. Siurob prestó importantes servicios a la Nación, en su etapa de desempeño como Gobernador de Querétaro, fue con su actuar, indigno de ser reconocido positivamente por nuestra historia, porque el pueblo nunca lo eligió y sí fue ampliamente repudiado; incluso, dándole el calificativo de “Engendro del Demonio”.