A principios de la década de los 80 del pasado siglo, un distinguido personaje fue invitado a nuestra ciudad para impartir “una plática”, como el mismo la calificó. Se trataba de Don Antonio de Anda Domínguez descendiente directo del corregidor Don Miguel Domínguez. Don Antonio era un apasionado de todo lo relacionado con los corregidores y se consagró por entero; durante más de treinta años, para investigar y recopilar cuanto documento estuviese relacionado con tan insignes mexicanos.

Empleando su propio peculio, Don Antonio de Anda Domínguez, durante ese largo tiempo, que a él le pareciera tan breve, escudriñó en archivos públicos y particulares, visitó a innumerables historiadores y coleccionistas de documentos. Viajó varias veces a España; incluso a Holanda, para lograr integrar catorce volúmenes repletos con datos fundamentales de los protagonistas de la Independencia.

En su perfecto y ordenado trabajo, Don Antonio de Anda Domínguez logró obtener muchos documentos originales; pero un mayor número de ellos dispersos, que con rigor y método formaron un rico acervo histórico y cultural, en el que se reunían las actas de nacimiento de los hijos de matrimonio Domínguez- Ortiz, el número de los descendientes, lugares en donde habitaron, parentescos, correspondencia oficial y particular del corregidor y de su esposa. También documentos de estudios cursados por Doña Josefa y por el Corregidor, testimonios varios, para sumar una obra de trascendencia nacional al dar certidumbre de hechos y además desechar muchas especulaciones.

Recordemos que la heroína Josefa Ortiz de Domínguez, después de su muerte fue olvidada durante muchos años, siendo hasta 1894 en que el gobierno, el general Porfirio Díaz, como una estrategia política para fomentar el nacionalismo, rescata a los héroes de la Independencia, sumando a Don Benito Juárez su paisano y es hasta ese año, que el Gobernador Francisco González de Cosío, realizó los tramites con las autoridades, pero principalmente con los descendientes de Doña Josefa, para trasladar sus restos a nuestro estado.

Posteriormente al traslado, el que se realizó con los máximos honores y ya estando los restos de Doña Josefa en su mausoleo del Panteón de la Cruz, el desinterés le dio trato de difunto; porque los homenajes eran para Colón, Miguel Hidalgo y Benito Juárez y fue hasta en fecha relativamente reciente, en que se iniciaron también frente a su monumento en el jardín que lleva su nombre; esto coincidía con los años, en que las mujeres tomaban mayor presencia y a Doña Josefa se le consideraba como símbolo del heroísmo femenino.

Poco se comentaba de la “Corregidora”, y aunque ya se conocían algunas versiones de supuestos amores, entre Doña Josefa y el capitán Ignacio Allende, no pasaban de ser simples conjeturas sin sustento, basadas solamente en la ligereza de la tradición oral. Pero; en los años de 1971 – 1972 aparece en la prensa nacional, una entrevista concedida por algunos de sus descendientes, que de manera irresponsable decían conocer, de una carta que escribió el capital Allende a Josefa, poco tiempo antes de ser pasado por las armas.

En esa carta; se decía, que el capitán Allende se despedía de Doña Josefa y que, al ser descubierto este papel por una de sus hijas, después de leerlo, lo quemó para guardar el buen nombre de su madre. Esto fue lo que dio origen a toda una trama difamatoria, que los propios descendientes alentaron y que se continuó acrecentando por unas cartas entregadas al Gobernador Ramón Rodríguez Familiar en las que; posterior al movimiento de Independencia, y ya muerto Allende, Doña Josefa se dirige a su compadre Villaseñor y Aldama diciéndole: “Mi querido compadrito” frase cariñosa que despertó suspicacias posteriormente al ser mal interpretado a quien iba dirigida.

Estas cartas; para muchos con ignorancia, las atribuyeron que iban dirigidas por Doña Josefa al capitán Ignacio Allende, y al no conocer su contenido, irresponsablemente esparcieron tendenciosos rumores de los supuestos amoríos, entre quienes siempre existió el mayor respeto. Las mencionadas cartas de Doña Josefa a su compadre Villaseñor y Aldama le fueron obsequiadas al presidente Lázaro Cárdenas por el Gobernador Don Ramón Rodríguez Familiar, ignorándose su destino final.

A pregunta expresa y con el temor de causarle alguna molestia; Don Antonio de Anda Domínguez respondió al respecto: “No solo se decía de amoríos entre Doña Josefa e Ignacio Allende, también se afirmaba que el último hijo de la Corregidora era el producto de ellos, pero nada más falso, por tantos argumentos que existen en contra y por los incontables errores históricos que se han cometido y por cientos”.

“En primer lugar; el prestigio de Don Miguel Domínguez como un hombre probo y buen jurisconsulto, se acrecentó al intervenir para rescatar el colegio de San Ildefonso, cuando este estaba condenado a desaparecer. Por esta acción se ganó el respeto de un amplio sector social, que fue ampliamente conocido en el colegio de las Vizcaínas en donde fungía como maestro, y una de sus alumnas fue, María Josefa Ortiz”.

Cuando Don Miguel y María Josefa se conocieron, él ya era viudo y tenía tres hijos, una de ellas llamada María Josefa Domínguez Alarcón, la que ante el desconocimiento de algunos autores, que ignorantes de que el capitán Ignacio Allende, también viudo, con dos hijos previos a su matrimonio, de nombres Indalecio y Guadalupe, y que al tiempo de las reuniones conspirativas, el capitán contaba ya con cuarenta años, pretendiendo a la hija del corregidor de nombre María Josefa Domínguez Alarcón de veintinueve años.

Que también existe confusión al referirse que, Ignacio Allende pretendía a una hija de los corregidores Don Miguel y Doña Josefa Ortiz cuyo nombre era Dolores Domínguez Ortiz, nacida apenas en 1803 por lo que en el año de 1809 contaba con escasos ¡seis años de edad! lo que por su propio peso descarta un noviazgo con un capitán de cuarenta años, al tenerse por cierta la fecha de nacimiento de Allende el 20 de enero de 1769.

En el año de 1809, Doña Josefa Ortiz de Domínguez, había tenido ya doce de los catorce hijos que tuvo, cuyos nombres fueron: María Ignacia, José María, Mariano, María Dolores Micaela, Miguel María José, María Juana, María Micaela, Miguel María, María Dolores, María Manuela, María Ana, José María II, María Magdalena y Carmen Camila, hasta este momento Doña Josefa tenía treinta y seis años de edad.

Mientras que María Josefa Domínguez contaba con veintinueve años de edad y se mantenía soltera, Doña Josefa tenía siete años más y doce embarazos, siendo la esposa de la persona a la que todos los conspiradores respetaban y acudían a Querétaro por ser el impulsor del movimiento. El propio cura Don Miguel Hidalgo en carta a su “Querido discípulo” José María Morelos y Pavón, le comunica: que “acudí a Querétaro, y nuestro señor Corregidor me informó la fecha del gran jubileo”, y el capitán Allende, militar responsable del movimiento armado, no era ajeno al gran respeto de todos para con el Corregidor.

Los múltiples embarazos hacían de la esposa del Corregidor, una respetable mujer, que, a pesar de su corta edad, por la época que se vivía y como era la norma, aparentaba mucha mayor edad, por el tipo de arreglo personal. Y, lo que vienen a ser definitorio; es que la Corregidora no era una mujer bella como “románticamente los pintores se la imaginaron”. Ninguno de los que a ella se refieren y que la conocían muy bien, mencionan nada sobre su apariencia y se ha dado el caso, de que la confundieron con Doña Leona Vicario, de quien sí se tienen dibujos y pinturas; una de las que la muestra de perfil con el conocido peinado de “chongo o molote” como antes le decían.

Uno de estos dibujos mencionados, se encuentra en Querétaro, fue adquirido por el Gobernador Francisco Garrido, pocos días antes de dejar el poder; fue comprado a unas personas de Puebla, y se tienen fundadas dudas de su autenticidad, por estar elaboradas, las dos, la de Don Miguel también; ¡a lápiz! cuando los lápices todavía no se conocían en América y lo que es más cuestionable; en la base del dibujo correspondiente a la representación femenina, existe una leyenda que dice “Doña Leona Vicario Corregidora de Querétaro”.

Indudablemente que es hasta finales del siglo XX, cuando los aportes realizados por serios investigadores; como Don Antonio de Anda Domínguez, clarifican etapas de nuestra historia, en la que los espacios antes se llenaban con suposiciones y especulaciones románticas y fantasiosas. La total entrega del Señor de Anda Domínguez tiene que ser reconocida; máxime que él ofreció al Gobernador arquitecto Antonio Calzada sus documentos, para ser publicados en el lugar que él decía; era el correcto, por ser el Corregidor y su esposa los iniciadores de la Independencia y que esto se había dado en Querétaro.

Al no concretarse la publicación de esta importante obra, por acercarse ya el final del sexenio y con el cambio de gobierno, el proyecto no se realizó, acudiendo su autor a varias dependencias federales sin lograr una respuesta favorable. Así fue pasando el tiempo sin saberse más de Don Antonio de Anda Domínguez, tiempo después un reconocido historiador Don Gabriel Agraz García de Alba presentó, en dos tomos de lujo, el resultado de sus investigaciones; destacando todo lo relacionado con “LOS CORREGIDORES DE QUERÉTARO” y en esta magnífica edición encontramos mucho de lo que conocimos de primera mano, que eran los logros de Don Antonio de Anda Domínguez. Como haya sido, nos congratulamos que todo este esfuerzo de muchos años, pueda ser consultado por las nuevas generaciones.

Por Jaime Zuñiga Burgos

Queretano por nacimiento, Jaime Zúñiga Burgos cuenta con una muy amplia trayectoria en actividades políticas, sociales y culturales. Su formación de médico cirujano y licenciado en derecho, así como sus estudios de maestro en administración pública lo enfocan al humanismo. Lo mismo ha recuperado valiosas piezas arqueológicas que ha rescatado, importante documentos para la historia de México como el testamento original de Doña Josefa Vergara y Hernández, el decreto del presidente Benito Juárez para el cambio del sistema de medidas en la Republica, las mercedes de aguas del pueblo de Querétaro entre otros. Además de la ubicación de los restos del Marqués Juan Antonio de Urrutia y Arana en la iglesia de San Hipólito en la capital de la Republica. Preocupado por la pérdida de documentos de Querétaro junto con otros distinguidos académicos, fundó Preserva Patrimonio A.C. organismo creado para el rescate de nuestro patrimonio histórico. Actual Cronista del estado de Querétaro

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